The Rugby School Project Venezuela reunió en la Unimet a niños de Petare
**The Rugby School Project Venezuela, una organización benéfica que promueve un espacio seguro de desarrollo, crecimiento y educación para niños y jóvenes de contextos vulnerables, reunió a más de 100 muchachos de Petare. Celebraron con un partido amistoso la Navidad y la hermandad que nace del deporte.
Compromiso, disciplina, equipo, constancia, fuerza, amistad, solidaridad, aprendizaje, metas. La lista es más grande de todo lo que el rugby, un deporte colectivo de defensa y contacto que se desarrolla en un campo de fútbol, da a los chamos de Petare y que los ha hecho cambiar y los ha encaminado hacia un objetivo común: ser mejores ciudadanos.
Julio César Hernández (13), estudiante de segundo año de bachillerato, al culminar su primer partido amistoso con el equipo de la Universidad Central de Venezuela (UCV), salió con aires de ganador, aunque el marcador no favoreció a su equipo.
Aun así, Julio César, quien es parte de la plantilla de The rugby school Project Venezuela (una organización benéfica que promueve un espacio seguro de desarrollo, crecimiento y educación para niños y jóvenes de contextos vulnerables), muestra una enorme sonrisa y recalca “yo jugaba básquet, pero esto es otra cosa, nos enseñan valores, a trabajar en equipo, a tener hermandad”.
Petare en el campo
Este sábado 10 de diciembre The rugby school Project Venezuela realizó el encendido de la Navidad con un partido a media cancha (lo normal es jugar en el campo completo de fútbol).
Para ese primer juego, de 15 minutos, los muchachos (mayores de 12 años) vistieron su primer uniforme con el logo de la fundación, nombraron a un capitán y mostraron sus habilidades y destrezas con el balón con forma de óvalo, muy similar al de fútbol americano.
A eso de las 11:00 a.m. el grupo se midió codo a codo y dio una demostración de trabajo en equipo, al tiempo que atendía las recomendaciones de uno de los entrenadores, Juan Moreno, quien desde un lateral de la raya de cal les decía: no suelten el balón sin mirar, lánzalo con fuerza.
Las indicaciones las enuncia con paciencia y a la vez con orgullo. “Tienen poco tiempo de entrenamiento, con este grupo comenzamos en 2019, luego vino la pandemia, retomamos a finales de 2021. Ahora, las prácticas son dos veces al mes. Iniciamos con 30 niños y ya tenemos cerca de 120”.
Moreno, a quien llaman “el chino” y quien inició la actividad con la entrega de los uniformes a cada selección, comenta que este proyecto nació inspirado en el programa Alcatraz de Ron Santa Teresa.
Además, él es egresado del equipo de rugby de la Universidad Metropolitana (Unimet), que ya viene trabajando con niños en contexto de vulnerabilidad, y -en alianza con la organización Alimenta la Solidaridad- captaron a los muchachos que están activos actualmente.
Erick Martínez (15), estudiante de tercer año de bachillerato, también de la comunidad de San Isidro, un sector que ha sufrido los embates de las lluvias y el colapso de los servicios públicos también expresa satisfacción cuando sale sudado de la cancha de grama.
“Estuve mucho tiempo en fútbol, lo dejé para enfocarme en los estudios. Pero, ahora, estoy en el rugby y me siento muy bien, nos enseñan disciplina y que todo se logra con esfuerzo”.
Y es así, pues Moreno dice que ese uniforme que llevan puesto no es gratis, “tienen que ganárselo, sudando, entrenando, aprendiendo y siendo mejor cada día”. En estos momentos hay dos selecciones: Juvenil M 14 (12 jugadores de entre 12 y 14 años) y Juvenil M16 (14 jugadores entre 15 y 17 años).
Crece la escuela
Mientras el primer partido amistoso ya entraba en los minutos finales, la selección femenina (chicas entre 12 y 16 años) practicaba en otro espacio del terreno.
Entre ellas se mostraba camaradería y, también, fuerza en la cancha. “La idea de tenerlas en la escuela es dar más oportunidades para reducir las desigualdades. En estos muchachos/as buscamos desarrollar valores en un país como Venezuela, que tiene oportunidades que dar. Pero tenemos que guiarlos, darles las herramientas, dejarles referentes”, señala Alí Rebolledo, quien también es jugador profesional de rugby y está comprometido con el proyecto de la construcción de la primera escuela de esta disciplina en el municipio Sucre, trabajo que adelantan desde 2015.
Los más chiquitos, cerca de 34, no se quedaron atrás. Con ellos, explica Rebolledo, están en la fase inicial, dándoles los pasos básicos del deporte, por eso, este sábado, para ellos la dinámica fue de pura diversión: colchones inflables y golosinas.
Corrieron, se acostaron en la grama, estuvieron descalzos, brincaron, merendaron, se tomaron fotos y derrocharon la energía propia de los niños de 5 y 6 años, en quienes desde ya los entrenadores trabajan en desarrollo integral.
Se les vio formar filas, atender las instrucciones y disfrutar sanamente cada una de las actividades.
“Uno de los requisitos es que cada uno de ellos esté dentro del sistema escolar para que puedan estar en la fundación”, explica Rebolledo.
En el evento que se desarrolló en el campo fútbol de la Unimet, estuvieron Embajadores Comunitarios (FEC) y representantes de los comedores de Alimenta la Solidaridad (AS) de Turumo y San Isidro.
Karina Quintana, del comedor de San Isidro, los guío a la hora de comer. “Vamos a dar gracias y a rezar, le decía a los más pequeños”.
Nataly Álvarez, ex jugadora de rugby en la Unimet y madre colaboradora de AS, fue quien hizo el enlace entre la federación. “He visto un avance tremendo, es admirable lo que han logrado. Son niños que a veces no van a clases porque no hay agua en sus comunidades y aquí están trabajando por un objetivo”.
Además del equipo de la UCV, estuvo invitado otro de Guaire, Fundagro. Uno de sus representantes, Robert García, estudiante de tercer año, dijo que fue una actividad grata. “Hicimos un buen deporte hoy”.
Pasado el mediodía hubo juegos recreativos, carreras (incluso participaron algunas madres), entrega de premios y el cierre fue con un almuerzo divertido: perros calientes, papas y jugos.
Fue un día de mucho sol y diversión, con el rugby como invitado, donde la premisa fue la consolidación de la ciudadanía.