Opinión: El negocio de la ética – David Loyo, estudiante de Economía Unimet
El negocio de la ética: La realidad de como un mundo globalizado no tiene espacio para una sociedad enferma
Hoy en día vivimos en un mundo globalizado, donde más que nunca entendemos las implicaciones que tiene una reputación en todos los ámbitos de nuestra vida, especialmente en el laboral. En un mundo que se maneja por redes, conexiones, experiencias y logros previos, tener una mancha negra en el expediente puede costar muy caro. Sobre todo cuando esa mancha pone en tela de juicio nuestra ética.
Pero antes de adentrarnos más en esto es necesario dejar en claro qué es la ética y sus diferencias con la moralidad, ya que al ser términos parecidos (más no iguales) se tiende a suponer que ambos se refieren a lo mismo. Sin embargo hay que aclarar que la ética tiene muchas definiciones, ya que ha sido objeto de discusión entre filósofos por siglos. A términos de éste articulo ocuparemos el que más nos compete.
La ética se refiere a aquellas acciones y/o principios que parten desde el individuo (y no de la comunidad o sociedad) con un propósito bueno, honesto y que beneficie a los demás. Puede o no coincidir con la moral, que se refiere al conjunto de normas o principios que rige a una sociedad determinada. Teniendo esto en cuenta podemos decir entonces que una buena acción siendo ética no necesariamente sea moral. Ya que la ética se desplaza en un plano netamente individual, en donde las normas sociales son importantes más no determinantes.
Hacer esta diferenciación entre ambos conceptos es sumamente importante para entender las implicaciones que tienen en el mundo laboral, especialmente en la vida de los venezolanos.
Para nadie es secreto que la Venezuela de hoy está rota, fracturada, enferma. No solo nos aqueja una de las crisis políticas/económicas más fuertes del mundo, sino que también padecemos de una incluso más dañina; la crisis social. Esa crisis que mueve los cimientos mismos de la sociedad, y que más allá de lo político y lo económico ésta perdura en el tiempo. Ya que afecta directamente el comportamiento, la mentalidad y el vivir general de los ciudadanos.
Cuando hablamos de una crisis social, inevitablemente tenemos que hablar de una crisis moral. Ese conjunto de normas y principios que definimos anteriormente se ve profundamente afectado y la brecha que existe entre la ética y lo moral, crece exponencialmente. Hoy en día es correcto decir que en la mayoría de países con una sociedad estable y sana, la moral y la ética oscilan en la misma frecuencia. Sin embargo, cuando la moralidad de un país se deteriora, comportamientos antes vistos como malos y dañinos pasan a ser considerados “normales”. En pocas palabras, adoptamos el mal comportamiento para poder estar en sintonía con nuestro entorno. Esto es precisamente lo que pasa en Venezuela.
Tenemos una sociedad descarrilada, que antepone los intereses individuales sobre el bien común y que no siente remordimiento ni empatía. Una sociedad sin buenos valores (o al menos los que quedan permanecen ocultos la mayoría del tiempo) cuya regla predominante es sobrevivir cada día y asegurar el bienestar personal y de su familia cercana.
Las implicaciones que tiene esto en el mundo laboral son enormes, ya que pocas personas se mantienen apegadas a un código ético cuando su entorno no lo es. Desde las escuelas, universidades e incluso empresas e instituciones, se nota la falta de ética en el actuar de las personas. Y esta realidad solo empeora cada día, ya que mientras más afiancemos el mal comportamiento, más difícil será reemplazarlo por el correcto. Las empresas por su lado cuidan sus intereses y es obvio suponer que quieren a personas capaces y éticas trabajando en ellas. Y es aquí cuando retomamos la idea que abrió el presente artículo: La importancia de la reputación ética en un mundo globalizado.
La información nunca había sido de tan fácil acceso, (ni tan completa) y solo es necesario un par de clics para saber todo lo necesario de una persona. Esto lo saben las empresas a la hora de la contratación de nuevo personal, y tengan por seguro que la reputación (fundada por las opiniones de terceros, basadas en lo ético que has sido a lo largo de tu vida) juega un factor clave al momento de tomar la decisión. Imagina entonces el papel, aún más importante, que juega la ética cuando aspiras a trabajar en un mercado extranjero (como muchos de los venezolanos que hoy emigran por las dificultades que presenta Venezuela en la calidad de vida general). La ética y experiencias previas pasan a ser el ponderado principal para calificar las competencias de un individuo.
Hoy en día la ética es todo un negocio. Ya sea porque realmente te nace o la finges, es claro que representa un factor importantísimo en el desarrollo de nuestras vidas. Se ha convertido en un requisito ineludible para todo aquél que pretenda adentrarse en un mundo laboral sano y competente, y es el común denominador en la mayoría de sociedades alrededor del mundo. Por esta razón, países como Venezuela, que tienen un sistema moral muy corrupto están en plena desventaja ante el resto de países que compiten en este nuevo sistema social. Ya los países no son entidades cerradas que se desenvuelven en tableros diferentes al resto, sino que pasamos a un único tablero en donde las acciones de uno afectan al otro y viceversa. Acompañados y/o apoyados de las redes sociales y el inmenso flujo de información que se mantiene siempre dinámico, los secretos ya no lo son tanto. Y las reputaciones jamás habían sido tan importantes. Es necesario ser ético si quieres formar parte de éste sistema, ya que como dice el título: Este mundo globalizado no tiene espacio para una sociedad enferma.
David Loyo, estudiante de Economía Unimet