Los guardianes del campus
Desde que, el 14 de marzo, fue decretada la cuarentena social en Venezuela para contener la propagación de la pandemia COVID-19, las aulas de la Universidad Metropolitana tomaron un receso, el entusiasmo y el movimiento habitual en los cafetines y la Plaza del Rectorado cesó, no así la actividad académica.
Gracias al empeño y esfuerzo de estudiantes, profesores y personal administrativo fue posible concluir, a distancia, el trimestre 1920-2 y, ahora la Unimet se prepara parainiciar, también de forma remota, su período 1920-3.
Mientras el campus naranja aguarda el regreso de su gente, las instalaciones han quedado al resguardo del equipo de Protección, junto a su fiel mascota, Pelusa. Algunos miembros que trabajan en áreas críticas, como Capital Humano, Finanzas, Cetic y Planta Física, también frecuentan el recinto universitario para ejecutar tareas medulares que necesitan de diferentes sistemas. El Comité COVID-19 se une a este gran equipo. Este grupo permanece alerta monitoreando y generando recomendaciones para la salud de la comunidad.
Para la vicerrectora administrativa María Elena Cedeño da una enorme satisfacción el compromiso y la identificación que han tenido los trabajadores, aún con las dificultades para estar en el campus. “Para muchos realmente la universidad es su segunda casa”. También señaló, que hay un personal que ha hecho una extraordinaria labor desde sus hogares prestando todo el apoyo para no detener los procesos”. Asimismo dijo: “Nuestra gente está planificando las actividades que se deben ejecutar en campus para que, llegado el momento, tengamos un retorno seguro”.
Pese a la ausencia de sus miles de estudiantes —de pregrado y postgrado— y también de casi totalidad de su plantilla de trabajadores, la «Universidad Metropolitana sigue viva y de pie», así lo afirmó el presidente del Consejo Superior, Luis Miguel Da Gama, quien en días recientes recorrió las instalaciones y comprobó «con gran satisfacción» que las personas que resguardan el perímetro —día y noche— han asumido, voluntariamente cuidar de nuestro campus.
Héroes con tapabocas y rastrillos
Desde Caricuao, La Guaira, Santa Fe y otros puntos de la Gran Caracas, llega a diario a la Unimet el personal adscrito a la Gerencia de Protección, a cargo del director de Recursos Compartidos, Coronel (GN) Artemio Boada.
El traslado en sí mismo es una hazaña. Salvoconducto en mano y, a veces, recorriendo algunos tramos de la ruta a pie, arriban a la parada de La California quienes tienen la tarea de resguardar el perímetro de la universidad. Pese a las complicaciones asociadas a las restricciones al libre tránsito, no hay ausentismo, “nuestros trabajadores están presentes para la jornada”, aseguró Da Gama.
Pero además de ejercer las labores de vigilancia los guardianes del campus han asumido voluntariamente parte del mantenimiento de las instalaciones. Protegidos con guantes y tapabocas, y equipados con bolsas negras, escobas y rastrillos, limpian pasillos —internos y externos— recogen las hojas que caen de nuestro frondoso Samán y riegan los jardines, incluido el vivero, siempre manteniendo la distancia social y bajo la mirada vigilante de Pelusa.
«Son héroes», dijo Da Gama refiriéndose al personal de Protección y al esfuerzo que han hecho en el último mes para mantener a resguardo la institución y en óptimas condiciones las instalaciones.
Uno de estos héroes es Baudilio Mejía, de la Dirección de Planta Física, quien revisa diariamente la entrada de agua reparando las tuberías que hay que clorar, así como el limoncillo. Gracias a él nuestro campus tiene su sistema de riego recién reparado.
Vigilante de cuatro patas
La cuarentena no solo cambió la rutina de estudiantes, docentes y trabajadores, también transformó la de Pelusa, que ahora en vez de tomar el sol frente al cafetín La Tiendita y asistir a clases como oyente en los Módulos de Aulas y el edificio Eugenio Mendoza Goiticoa, acompaña al personal de Protección en sus labores de vigilancia y mantenimiento durante el día.
Ya habían relatado algunos funcionarios de seguridad que Pelusa, la felina que llegó a la Unimet —nadie logra precisar su origen— hace cuatro años y desde entonces se convirtió en un miembro más de la comunidad, les acompañaba algunas veces en sus guardias nocturnas; sin embargo, ahora también les escolta y vigila de día.
La gatita cuyo nombre oficial es Pelusa Carolina, pero que también es cariñosamente apodada por algunos como Fusa, Daniela, Vaquita, Dominó, GatoUnimet, Michelle y hasta Politigato, aguarda paciente el regreso de los morrales que a veces le sirven de sofá y los murmullos que salen de las aulas de clases, que le arrullan el sueño durante el día.