La Unimet conmemoró los 90 años del Plan de Barranquilla
En la Universidad Metropolitana continúa el compromiso de construir una democracia ejemplar en Venezuela, un camino que solo se puede emprender conociendo la historia y los acontecimientos que llevaron al país a su estado actual. Es por esto que la Facultad de Ciencias y Artes y el Departamento de Humanidades organizaron “90 Años del Plan de Barranquilla”, un foro que tuvo como finalidad discutir y analizar este evento histórico.
Para comenzar, es necesario recalcar que el Plan de Barranquilla fue un documento firmado el 22 de marzo de 1931 en la ciudad de Barranquilla, Colombia, por exiliados políticos del gobierno venezolano de Juan Vicente Gómez.
Con una ponencia completa y repleta de información digerible para la audiencia, el profesor Rafael Arráiz Lucca inició el encuentro virtual dando un repaso por los acontecimientos previos a la elaboración del plan, haciendo un salto de tres años, hasta la semana del estudiante de febrero de 1928. En esta fecha, la Federación de Estudiantes de Venezuela y su segundo presidente, Raúl Leoni, organizaron una serie de protestas protagonizadas por estudiantes, escritores y poetas, quienes ejercieron su derecho a pronunciarse de forma pacífica en teatros, plazas y otras áreas públicas de la capital.
“Esto resultó ser una circunstancia inédita para el General Gómez: lo estaban atacando unos muchachos, estaban proponiendo una vida democrática, pasar la página de la dictadura militar. Y no estaban armados”, explicó el Dr. Arráiz, quien también narró cómo la mayoría de estos jóvenes fueron a parar a distintas cárceles del país debido a sus ideas.
Algunos fueron puestos en libertad, mientras que otros lograron escapar al extranjero.
Desde el exilio
De estos jóvenes prófugos, hubo un grupo que salió desde Puerto Cabello a Curacao, buscando una residencia temporal en algún punto del Caribe. Este fue el caso particular de los estudiantes Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, quienes se radicaron posteriormente en la ciudad colombiana de Barranquilla.
Es desde este lugar que, en 1929, redactan el primer borrador del plan, el cual, de acuerdo con lo explicado por Arráiz Lucca, se mantiene fuera de honduras políticas, limitándose a hacer un retrato sobre la situación actual de Venezuela. “Luchamos por una democracia decente, distinta de esta democracia de ultranza de hoy, donde actúa como elemento dirigente el individuo más guapo, el más hábil en el manejo de la macana y no el más capacitado ética e intelectualmente para esta función”, se lee en el documento.
El ponente señaló la indiscutible presencia de la mano del futuro presidente Rómulo Betancourt en estas líneas, debido a su gran “destreza para los adjetivos”.
Durante estos años, los exiliados intercambian cartas alrededor del mundo, moldeando y redactando lo que posteriormente se conocerá como el Plan de Barranquilla.
Los 12 firmantes del documento fueron Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Pedro Juliac, Pedro José Rodríguez Berroeta, Ricardo Montilla, Mario Plaza Ponte, Simón Betancourt, Carlos Peña Uslar, César Camejo, José Joaquín Palacios, Valmore Rodríguez y Rafael A. Castillo.
Análisis de un plan democrático
La ocasión también fue propicia para discutir las ideas e ideologías que inspiraron la creación del plan. Arráiz trajo a la mesa testimonios del mismo Rómulo Betancourt, quien llegó a asegurar que redactó el documento con las ideas de la “izquierda moderada de la emigración, siendo leal a la ideología marxista, que planea sustituir a Gómez por un gobierno obrero campesino”. El profesor señaló que en el plan se distingue una tendencia marxista moderada, no marxista radical, lo que consiguió críticas de personajes como Miguel Otero Silva.
A su juicio, este era un plan híbrido: reformista en su faceta de acción, pero completamente marxista en su análisis de la sociedad Venezolana. Al ser reformista en la práctica, proponía una democracia liberal.
Alguno de los puntos que proponía eran los siguientes: civiles al manejo de la cosa pública, lucha contra el militarismo, libertad de expresión y de asociación. También exhortaba al resguardo de los derechos liberales, la confiscación de los bienes de Gómez y creación de un tribunal de salud pública, el cual emprendería la lucha contra la corrupción. Así mismo, defendía la alfabetización y la autonomía universitaria, la nacionalización de las caídas de agua, el control estatal de los servicios públicos y, finalmente, la creación de una Asamblea Constituyente.
Para concluir, Rafael Arráiz Lucca señaló que, diez años después, en 1941, el espíritu del Plan de Barranquilla estaría plasmado en la creación del partido Acción Democrática, que jugaría un papel protagónico en el siguiente capítulo de la historia venezolana.