La Ecología del Hombre: Un Enfoque Ético y Sostenible en el Perfil del Emprendedor

En un mundo cada vez más interconectado y consciente de los límites de los recursos naturales, la ecología del hombre emerge como un concepto fundamental para entender la relación entre el ser humano y su entorno. Este enfoque no solo abarca la sostenibilidad ambiental, sino también la ética como pilar esencial en el desarrollo humano y profesional, especialmente en el perfil del emprendedor. La ética, entendida como la capacidad de tomar decisiones responsables y respetuosas con el medio ambiente y la sociedad, se convierte en una competencia indispensable para los líderes empresariales del siglo XXI.

El emprendedor como sujeto moral

Más allá de las exigencias del mercado y las regulaciones ambientales, la sostenibilidad surge como una decisión profundamente vinculada a la identidad moral del individuo. El emprendedor que elige actuar de manera sostenible lo hace desde la conciencia de su rol como agente transformador, reconociéndose a sí mismo como parte de un ecosistema interdependiente. Esta autoconciencia implica entender que sus acciones no solo generan valor económico, sino que repercuten directamente en el bienestar de la sociedad y del planeta.

La ética en las empresas no es solo un conjunto de reglas o códigos con valor moral, sino un principio fundamental para el desarrollo sostenible. Por lo tanto, es una competencia que debe ser cultivada en los emprendedores. Según Araya-Pizarro et al. (2018), un emprendedor ético tiene mayores probabilidades de que sus modelos de negocio generen impactos positivos en la sociedad y el medio ambiente. Además, Orozco (2021) señala que las problemáticas ambientales y sociales impulsan en las empresas la toma de decisiones sostenibles, lo que se traduce en una mayor competitividad con espíritu ético en el mercado.

Para García (2021), los emprendedores que priorizan la ética no solo son capaces de generar valor económico, sino también de fortalecer la cohesión social y la conservación de la biodiversidad, implementando prácticas transparentes y promoviendo la responsabilidad social y el compromiso ambiental como catalizadores de innovación y resiliencia empresarial.

Copropiedad del impacto: una noción emergente

El individuo que aspira a ser sostenible no solo actúa con responsabilidad, sino que asume la copropiedad del impacto que genera. Esta noción implica entender que cada emprendimiento, más allá de su propósito económico, deja una huella en el tejido social y ambiental. La copropiedad del impacto supone compartir la responsabilidad de las consecuencias con todos los actores involucrados: comunidades, proveedores, clientes y el medio ambiente.

A nivel global, existen numerosos ejemplos de emprendimientos que han integrado la ética como eje central de su operación. En Europa, empresas como Patagonia han demostrado que es posible ser rentables mientras se protege el medio ambiente (Johnson, 2023). En América Latina, iniciativas como las cooperativas agrícolas en Colombia y los emprendimientos de reciclaje en Argentina han logrado impactos significativos en la conservación de la biodiversidad (Martínez, 2021).

En Venezuela, el trabajo de Pérez y Rodríguez (2022) muestra cómo emprendedores locales han logrado combinar rentabilidad con responsabilidad social y ambiental, demostrando que la ética no es un obstáculo, sino un facilitador del éxito empresarial. Tal es el caso de la empresa social «Tierra Viva,» que se destaca por su enfoque en la agricultura sostenible y la inclusión de comunidades rurales, generando un impacto positivo tanto en la economía local como en el ecosistema.

Formación ética para la sostenibilidad

La formación ética en la ecología humana de los emprendedores ha ganado relevancia en los últimos años. Organizaciones como la Red Global de Emprendimiento Sostenible (GSEN) y programas académicos en universidades como Harvard y Stanford han desarrollado cursos y talleres que integran la ética y la sostenibilidad en la formación empresarial (Smith, 2023). En Venezuela, universidades como la Universidad Metropolitana (UNIMET) y la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) han implementado programas de emprendimiento empresarial y social que incluyen contenidos específicos sobre ética y responsabilidad ambiental, buscando preparar a los futuros emprendedores para enfrentar los desafíos globales con una perspectiva ética y sostenible (García et al., 2021).

Conclusión

Se puede concluir que la ética en la ecología humana del emprendedor no es solo un concepto teórico, sino una herramienta práctica para construir un futuro más sostenible. La sostenibilidad, más allá de su dimensión ambiental, se convierte en un ejercicio de autorrealización donde el emprendedor elige conscientemente su rol como agente de cambio. Los emprendedores tienen el poder y la responsabilidad de liderar este cambio, integrando valores éticos en sus decisiones y acciones.

Como sociedad, se deben apoyar iniciativas que fomenten la formación ética y la sostenibilidad, con políticas públicas y alianzas intersectoriales que promuevan emprendimientos alineados con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Hay que reconocer que el éxito empresarial no se mide solo en términos económicos, sino también en su impacto positivo en el planeta y la humanidad, es un paso hacia la construcción de economías inclusivas y regenerativas. La ética, entendida como praxis cotidiana, debe ser el eje operativo de aquellos emprendedores que desean transformar la realidad desde la copropiedad y la corresponsabilidad con la vida en el planeta Tierra.

Prof. Monik Bule e Irene Mouledous

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