Cantante venezolano Simón Grossmann conversó sobre su música con estudiantes unimetanos 

Simón Grossmann nació en Venezuela, pero gran parte de su vida ha transcurrido en el extranjero, donde forjó su carrera como cantante. Tras ocho años, regresó al país para ofrecer por primera vez dos presentaciones musicales en Caracas y Valencia, respectivamente, como parte de su tour Mostly Fresh. Pero el pasado 16 de mayo de 2024, un día antes de subir al escenario del Anfiteatro de El Hatillo, donde realizó el primer concierto, visitó los espacios de la Universidad Metropolitana (UNIMET). El objetivo: hablar a los estudiantes sobre cómo desarrolló su emprendimiento con la música. 

“En mis canciones hay mucho de Venezuela”, admitió el joven cantante, quien actualmente reside en España, tras vivir por un largo tiempo en Estados Unidos. “Cada una de mis canciones es una oda al país; Venezuela está presente en mí. Y lo que expresó en mi música es una perspectiva de lo que dejé atrás en el país. Estando afuera reconoces a un venezolano porque siempre te hace sentir como en casa”, contó. 

Grossmann incursionó en la música en el año 2017 cuando publicó su primer disco titulado “Ciclos” que contó con el apoyo del productor y compositor Luis “Cheo” Pardo, conocido por haber sido parte de la reconocida agrupación venezolana Los Amigos Invisibles.

Bautizado como Jack Johnson latino, en referencia al cantautor de folk rock estadounidense, y con dos álbumes más producidos, Grossmann, de 29 años, logró conquistar con éxito al público con sus canciones, que mezclan distintos géneros musicales que van desde la bossa nova, el pop y el reggae. Ha participado, además, en diferentes espacios como el Festival Wankabeats, celebrado en México en 2020, y en septiembre de 2024 estará en el Festival Cordillera en Colombia. 

Desde el Auditorio Francesca Pensieri de la UNIMET, Grossmann respondió a las preguntas del coordinador del Departamento de Emprendimiento, Robert Veiga, y los estudiantes que asistieron al conversatorio que giró en torno a su incursión en el mundo de la música y cómo este arte le ha permitido crecer económicamente. “Sí se puede vivir de la música”, enfatizó Grossmann.

El cantante sostuvo que entró en la música tras colgar pistas musicales en la internet sin promoción alguna, que alcanzaron más de 50.000 reproducciones. Señaló que siguió en este mundo con la convicción clara de que algo podría salir mal, pero siempre estuvo enfocado en mostrar un producto de calidad con el que se sintiera a gusto. “Hay que creer en lo que uno hace. Si no te lo crees tú, nadie te lo va creer (…). La seguridad es vital para emprender en este campo, hay que dejar de sobrepensar demasiado y actuar”, dijo.

Explicó que una de sus claves para crecer fue confiar en su música sin buscar complacer a todos los públicos. “Son mis canciones, confío en mi gusto y siempre apunto a mí mismo, a lo que deseo transmitir. No podemos complacer a todo el mundo. La música que hago no cala, por ejemplo, en un chamo de 15 años, y eso está bien; si hago la música que ellos quieren, estaría desatendiendo lo que verdaderamente quiero transmitir”.

En esta línea, Grossmann resaltó que los artistas deben preocuparse más por mantener una comunidad sólida en vez de sumar más fanáticos. “La idea es que cuides esa comunidad y la hagas crecer”, dijo. 

Añadió que la construcción de un público fiel implica un esfuerzo constante que pasa por el respeto a los admiradores. “El peor obstáculo que puede tener un cantante es no llenar una sala; pero uno debe enfrentar esa realidad haciendo el show, entendiendo que esas nueve personas, por ejemplo, que están allí dejaron de ir a otro lugar por verte, pagaron un ticket para verte e hicieron un esfuerzo para comprarlo. Entonces, si ellos quieren un show, hay que darles un show”.  

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