Dos pasiones, un vínculo: Musicum

Diego Giménez egresó de la facultad de Ciencias y Artes de la Universidad Metropolitana en 2018. Durante sus años como estudiante fue preparador de la escuela de Psicología, su escuela; pero también fue parte de Musicum, el Ensamble de Excelencia Artística de la Unimet. Tres años después no solo es profesor de la Universidad, también comparte con una de sus alumnas la pasión por Musicum.

El interés por la música nació cuando tenía 15 años. En ese entonces la atracción por las notas lo llevó a unirse a “al coro de la capilla del hospital San Juan de Dios”. Ahí tuvo la oportunidad de ser parte de una banda de rock alternativo que sus compañeros tenían, y a los 17 ingresó al conservatorio Juan José Landaeta para estudiar Teoría y Solfeo + contrabajo. “Tuve la gran suerte de aprender contrabajo bajo la dirección del maestro Richard Blanco Uribe”, recuerda.

Durante su tercer trimestre en Psicología, Giménez descubrió la Orquesta de Cámara.

“¡Aún me acuerdo de lo emocionado que me sentía! Tenía una compañera de clase que era parte de Musicum y gracias a ella supe que tenía que hablar con Barto para entender cómo podía audicionar a Musicum. Aún me acuerdo los nervios que tenía que tenía en la audición. También en aquel momento tuve la oportunidad de audicionar para la banda de jazz, Jazz en Concreto y logré entrar. Estoy muy agradecido con el director Gustavo Ardila por compartir su sabiduría y tenerme tanta paciencia cuando yo tocaba fuera de tiempo”.

Describe su paso por Musicum como una experiencia que cambió por completo su perspectiva “sobre cómo veía la vida y la música”. Creció artísticamente, intelectualmente y espiritualmente. Creó una conexión profunda con la música y con su alma mater. Recuerda que parte de ese crecimiento fue gracias a sus compañeros, personas que lo hicieron sentir como en su hogar; además del profesor Bartolomé Díaz, “un excelente profesor, mentor y amigo”.

“En Musicum logré conectarme de manera profunda con la Unimet a través de la música”, explica.

Las experiencias aumentaron, pero también los años pasaron. Sin darse cuenta había llegado el momento de despedirse de esos espacios que lo hicieron una mejor persona y profesional. Pero en él un compromiso estaba latente, volver a la Unimet como profesor para “poder contribuir con mi granito de arena luego de haberme graduado dando lo más valioso que tengo: mi energía, pasión y tiempo”.

De alumno a mentor

Radicado en España, Diego no olvida su compromiso. Hoy es uno de esos talentos humanos que, pese a la distancia, ayuda a construir la excelencia en la Unimet. Sin embargo, jamás imaginó que entre sus alumnos se reconocería así mismo: hoy el profesor Diego Giménez comparte con su alumna Samantha Costa su pasión por la psicología y también por Musicum.

Aunque no se considera un mentor, sí tiene claro que como profesor busca “empoderar y despertar la curiosidad en los estudiantes”. “También busco apoyar a los estudiantes en cómo manejar la frustración. En métodos cuantitativos de investigación utilizamos un lenguaje de programación (llamado «R») para hacer análisis de datos. En el proceso de aprendizaje de este lenguaje los estudiantes pueden sentirse frustrados o ansiosos. Una buena parte de lo que hago en clases es poder brindarle herramientas a los estudiantes para que se enfrenten de manera exitosa a problemas complejos”.

Pese a que no ha podido mantener una conversación extensa con Samantha sobre la pasión que ambos comparten y su vínculo con la agrupación, Costa explica que durante su primera clase su nombre le era familiar. La joven es parte de Musicum desde que llegó a la universidad y el profesor Bartolomé en un encuentro les había comentado que un exintegrante se había formalizado como profesor del Departamento de Ciencias del Comportamiento.

“Al buscar me di cuenta de que era el integrante del que me habían hablado. Pude confirmarlo cuando en una de sus clases, él me reconoció como parte de Musicum”, comenta Samatha.

Al igual que el profesor, la estudiante desde su niñez sintió una fuerte conexión con la música, y fue parte del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela.

“Como profesor de psicología es excelente para impartir conocimiento, así como atento y explícito con sus alumnos, por lo que disfruto y aprovecho cada una de sus clases. Como músico, a pesar de que no he tenido la oportunidad de escucharlo tocar, es un modelo a seguir ya que representa que es posible combinar la pasión por la psicología y la música”, comenta.

Misma pasión

Para Samantha, la música es una manera en la que puede expresarse y transmitir sus sentimientos sin necesidad de hacer uso de las palabras. “Cuando hago música me siento libre, como si no hubiese nada más alrededor, y me emociona poder alegrar la vida de otros a través de ella”.

Su meta siempre fue cursar sus estudios universitarios sin alejarse de la música, por ello cuando conoció el programa de becas de Excelencia Artística supo que era la oportunidad perfecta para alcanzar su meta.

“Me uní a Musicum en el año 2018, cuando comencé mis estudios universitarios. Incluso antes de tocar por primera vez en la selección, me sentía ansiosa por aprender de personas que comparten la misma pasión por la música y aportar a la Comunidad Universitaria a través de mi arte”.

Ahora, aunque no han tenido la oportunidad de compartir más sobre el talento que los une, Samantha espera que en un futuro puedan hacerlo. “Sería interesante aprender de él como músico, especialmente por ser un instrumentista de cuerda al igual que yo”.

Por su parte, Diego le aconseja a Samantha y a todos los estudiantes, que como ellos tengan la música como su musa y a Musicum como herramienta, “que atesoren y disfruten lo que están viviendo”. “Esta es una oportunidad única para crecer intelectualmente, musicalmente y espiritualmente. Hablen todo lo que puedan con Barto, compartan lo más que puedan con sus compañeros de Musicum y sobre todo disfruten crecer junto a la Universidad”.

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