Tukeke Music Boxes: cuando la tradición venezolana suena en una caja de música del siglo XXI
Las cajas de música —ese invento minucioso nacido del arte relojero suizo del siglo XVII— suelen ser hoy un simple recuerdo turístico con melodías sencillas. Pero el músico venezolano Bartolomé Díaz decidió devolverles su esencia original: complejidad, precisión y, sobre todo, espíritu. Así nació Tukeke Music Boxes, un proyecto artesanal–tecnológico que rescata la tradición musical venezolana a través de piezas patrimoniales adaptadas para mecanismos de alta precisión.

La primera colección, que fue presentada el viernes 21 de noviembre en La Discotienda / Sala Mendoza de la Universidad Metropolitana (UNIMET), reúne cinco tiras musicales elaboradas inicialmente a mano y luego reproducidas mediante corte láser. Cada una retrata un fragmento del repertorio venezolano: Los chimichimitos, el Canto para cazar tigüitigües, Si de noche ves que brillan, una pieza del histórico Manuscrito de Quíbor y otros temas emblemáticos que han acompañado generaciones.
El proceso, lejos de ser simple, combina composición académica y adaptación técnica. Díaz comienza cada pieza como si escribiera para un coro o una pequeña agrupación de cámara; luego traduce esa partitura a una grilla con las 30 notas disponibles del mecanismo, cuidando cada elección para que la música conserve su identidad. El resultado es una experiencia sonora sorprendente para un instrumento tradicionalmente limitado.
La caja de madera en sí también es parte del proyecto: un diseño tridimensional concebido no sólo para proteger el mecanismo, sino para proyectar el sonido mediante una cámara resonante, permitiendo que cada melodía cobre calidez en cualquier superficie. El conjunto viene acompañado de un tríptico con información de cada pieza y un empaque especialmente diseñado.

El nombre Tukeke responde a una metáfora cercana: igual que este pequeño animalito “limpia la casa” cuando aparece, estas cajas aspiran a “convertir canciones en hogares”, eslogan del proyecto. Su creador planea producir entre dos y tres colecciones nuevas por año, y quienes ya tengan una caja podrán adquirir únicamente las nuevas tiras.
Durante el evento del día 21, además de la presentación del producto, Díaz ofreció un breve recital que incluyó interpretaciones del Himno de la Universidad Metropolitana, la canción de cuna del Gloria al Bravo Pueblo, La graciosa sandunga del Manuscrito de Quibor y varias de las piezas de la colección.
Con este proyecto, la música venezolana —desde la tradición infantil hasta archivos patrimoniales centenarios— encuentra un espacio íntimo donde volver a sonar, con la delicadeza del pasado y la precisión tecnológica del presente.
También, durante la presentación de Tukeke, Díaz habló sobre el papel crucial de los himnos como afirmación de ideas y de filosofías y símbolo institucional. En este contexto, Díaz destacó que el himno de la UNIMET, inscrito en mayo de 1975. Esta pieza es fruto de los compositores Antonio Lauro y Ernesto Luis Rodríguez. El himno encapsula la esencia de la comunidad unimetana y cumple con la visión de Eugenio Mendoza de integrar referencias fundamentales como el samán, un elemento central y anímico del campus de Terrazas del Ávila.

Díaz también dedicó un segmento a la génesis y la sorprendente difusión del Himno Nacional de Venezuela, titulado “Gloria al Bravo Pueblo”. Explicó que la canción, escrita con certeza entre finales de abril y principios de mayo de 1810, probablemente con textos de Andrés Bello y música del Maestro Gallardo, ganó popularidad por una circunstancia particular: fue concebida, en esencia, como una “canción de cuna”.












