Gustavo Iribarren: “En estos 20 años como docente he visto una Universidad resiliente”

Desde que tiene memoria, Gustavo Iribarren estuvo vinculado a la ingeniería. Su padre fue ingeniero civil, egresado de la Universidad Central de Venezuela, y su niñez la recuerda visitando algunas de las construcciones que dirigió y promocionó.

“Mi padre era ingeniero civil, graduado en la UCV. Mi primer recuerdo de una obra es a los 4 o 5 años, en unos edificios que mi padre construyó y promocionó en Los Naranjos. Luego descubrí una verdadera aptitud hacia la matemática, física y química. Con todo eso, no fue difícil decidir qué carrera estudiar”, explica.

En 1987, Iribarren llegó a la Universidad Metropolitana, en ese entonces como estudiante. Y, al tiempo de egresar, volvió como profesor a tiempo convencional de las materias Geotecnia I y Geotecnia II para Ingeniería Civil y Cultura Sísmica como materia electiva de cualquier carrera, un oficio al que le ha dedicado 20 años de trayectoria y que complementa su “actividad profesional como Ingeniero consultor en geotecnia”.

“En estos 20 años como docente he visto una Universidad resiliente, capaz de adaptarse rápidamente a los cambios, que ha atravesado momentos de gloria, de luto, de crecimiento y de pandemia. Mis expectativas son seguir ayudando a formar profesionales con estas mismas capacidades”, comenta Iribarren cuando reflexiona sobre el significado de la Unimet.

Retroalimentación naranja  

El profesor apunta que el oficio representa grandes retos, entre los que destaca “mantener la atención y el interés de los muchachos durante 90 minutos”.

“Hay que ser creativo, incluir humor, mantener el suspenso y dar una que otra receta de cocina para hacer entender algún concepto. Cuando tienes 30 años, la brecha generacional con tus alumnos es pequeña, pero cuando pasas de 50 años la cosa cambia. Eso hace que cada trimestre haya que aprender algo nuevo”.

Por ello, espera que cada trimestre sus alumnos se lleven de sus asignaturas “la capacidad de dar la mejor solución posible, con los recursos disponibles”. “La geotecnia y la vida no se tratan de soluciones perfectas, sino de respuestas eficientes, oportunas y duraderas a cualquier problema que se presente”, enfatiza.

Sobre su paso como profesional en la Unimet, Gustavo Iribarren asegura que el hogar del Samán no solo le brinda la oportunidad de ser parte de la formación del futuro del país, también le ha permitido desarrollar proyectos importantes para la comunidad.

“La Unimet es mi alma mater y no solo me formó como alumno, sino que trimestre a trimestre me brinda la oportunidad de agregar valor en la formación integral de nuestros muchachos, desarrollar proyectos de interés comunitario y sentirme parte integral de la gran maquinaria de seres humanos que trabajamos por un mejor mañana. Por ello siempre afirmo que hay más futuro que pasado”, concluye.

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